sábado, 18 de febrero de 2017

A veces pienso en cuales fueron los motivos por los que me enamore tan ciegamente de esa persona.

Quizás fuera la edad, la tontería de los 15 años o ser principiante en el arte del amor y en definitiva, del amar. Además, entre ambos solo habían dos años de diferencia.

El, destacaba en todo momento por ser extrovertido, divertido, sonriente y muy transparente, algo a lo que siempre he dado mucho valor.

Todavía recuerdo con exactitud como lo conocí y donde, hasta incluso lo primero que me dijo sin vergüenza alguna.

De todos modos, si tuviera que escoger una única cosa, pese a ser un aspecto físico, diría que jamás podré olvidar la cantidad de lunares que recorrían su cuerpo. Era como mirar las estrellas en un bonita y cálida noche de verano.

Gracias a el, en su totalidad, soy ahora quien soy, con mis virtudes, defectos e inseguridades.

En general, hubo muchos mas momentos positivos que negativos. Por lo tanto, soy justa y me quedo con un buen sabor de boca de aquella historia no tan olvidada en el olvido.

Supe lo que es tener un amor a mi medida y lo que se puede llegar a hacer por ese amor. Aunque, lo que si que aprendí es que en el amor no todo vale y aprender no es cambiar, es crecer como persona.


viernes, 3 de diciembre de 2010

Mientras echaba un vistazo a mis imagenes, sin recordarlo apareció una carpeta con tu nombre. Eran seis fotografías, las suficientes para perderme en fantasías.

Tu pelo castaño oscuro parecía ser suave al tacto y tus labios, a pesar de no poder ser apreciados con claridad debido a la falta de luz de aquel garaje, parecían jugosos, dulces, caprichosos y algo "tímidos" en algunas ocasiones.

A continuación, fije mi mirada en tus manos de pianista y observe minuciosamente la manera de quitarte aquella camiseta gris básica, cuya etiqueta asomaba con descaro.

Además, tus posturas dejaban entrever los músculos de tus brazos, tu pecho y hasta tus costillas, al igual que esos abdominales tan definidos y que tanto me volvían loca con solo observarlos en pantalla.

También, he de confesar que tu espalda al desnudo me pareció perfecta y el detalle de tu singular columna vertebral era un regalo. 

Tu cuello sin pasar desapercibido, aumentaba mis ganas de rozarte y de saborearte con calma; y tu mirada sumergida en pensamientos, me transmitía curiosidad y hasta morbo. 


Tengo ganas de ti y tengo ganas de hacerte el amor.

viernes, 22 de octubre de 2010

La lluvia era fuerte, constante y el camino fue pesado, exceptuando ese acogedor instante en el que mis oidos se hicieron eco del famoso "Somos"  de José Antonio Labordeta. Al llegar, los fuegos artificiales llenaron de luz, color y formas el cielo hasta que cesaron. Algo me decía que el concierto de Hombres G  iba a ser suspendido por problemas técnicos debido a tan mal tiempo, pero de todos modos quise ser optimista y puse en practica una de sus míticas frases "esta noche voy a pasármelo bien".  ¡Y que razón llevaba!

Sin darnos apenas cuenta entre charlas y risas, la bebida se quedo caliente y por tanto necesitábamos hielos. Como nadie se decidía a pedir, fui como pude a un grupo de chicos que aparentemente parecían ingleses. Al principio pensé que lo más lógico seria hablarles en su idioma y fue un gran fallo, me equivoque desde un primer momento; eran alemanes y sabían hablar español.

A simple vista me resultaron extrovertidos, simpáticos y muy divertidos. Era curiosa y hasta graciosa, la dificultad que tenían para pronunciar según que letras, como por ejemplo la r y también era curioso el hecho de conocer parte de sus vidas y por tanto, parte de ellos mismos.

- "Por favor, ¿Puedes darme un hielo si te sobra?"
- "Por supuesto, pero con una condición" 
- "¿Cual?"
- "Por cada hielo dado, tienes que darme un beso en la mejilla"

Era tan chisposo el hecho de darle un beso en la mejilla y escuchar que lo hiciera despacio para así poder disfrutarlo más, no se...era singular, tenia su encanto. Además el chico me resultaba "mono", aunque jamás pense que me llamara la atención. Tenia el pelo rubio, los ojos claros de color verde, la sonrisa agradable y era alto, pero tampoco podría decir que fuera mi tipo.

En la discoteca, mientras bailaba, note como sus manos rozaban mi cintura. En un primer momento, no sabía si volverme o no, pero el insistía, así que lo hice.

Empezamos a movernos al son de la música mientras las palabras fluían por si solas, al mismo tiempo que mi mirada se posaba en su mirada, su mano acariciaba mi cabello con cariño, nuestro espacio se acortaba y por fin, nuestros labios acabaron chocando. 

jueves, 7 de octubre de 2010

Estaba inquieta, no sabía que hacer para que los nervios no se notasen. Sonreía, miraba fijamente a los ojos e intentaba adquirir una postura cómoda para que me resultase más fácil. Escuchaba atentamente mientras memorizaba los puntos claves. Contestaba como mejor podía en ese momento a todo lo que me preguntaban. Me explicaba tal cual salia de mi boca sin pensar en como lo estaba haciendo. No tenia claro si actuaba con naturalidad. Quizás me sentía un poco forzada a quedar bien, a que todo saliera redondo y sin ningún pero, puesto que así mis sensaciones finales serian las esperadas. Me sentía feliz, con ganas e ilusión y tenia esperanza por conseguir un buen final. 

Hubo llamada, hubo respuesta y hubo preocupación. No caminaba sola en este fin, tenia contrincante. Era un cincuenta por cientro contra otro cincuenta por ciento, por tanto todavía no había ganado esta lucha. Imaginaba como podría llegar a ser esa persona y que podría diferenciarme de ella, imaginaba como podrían llegar a ser mis dias, mis meses y mi tiempo en aquella tienda e imaginaba la forma de desenvolverme el día de mañana. 

El momento llego casi sin ser consciente de lo poco que había dormido la noche anterior al estar dándole vueltas a la cabeza y el momento fue duro. La voz me temblaba, los ojos se me humedecían, la boca se me secaba, las manos me sudaban, los nervios afloraban sin quererlo y a pesar de todo, me sentí correcta y salí contenta de todo aquello.

Me quedaba esperar, aun no sabía cual iba a ser mi resultado y por ello, tenia que estar pendiente de una nueva llamada. Los minutos transcurrían lento, miraba el reloj segundo si y segundo también, hasta que finalmente mi móvil acabo sonando al sol de un "Dejarse llevar suena demasiado bien". Lo cogí expectante y decidí escuchar.

-"Hola María, somos de... esta vez no has tenido suerte".